Colaborador: Pbro. Lic. Martín Monroy
La Iglesia inicia el Año Litúrgico con el Adviento, que prepara a la Navidad. El Adviento es un tiempo propicio para convertirse, suscitar esperanza y anunciar la liberación salvadora de Dios. Además, es tiempo de vigilancia ante la espera del retorno de Cristo en la plenitud de su reinado.
Los domingos del adviento
El Adviento comienza cuatro domingos antes del 25 de diciembre. Durante este tiempo el color litúrgico es el morado.
La Iglesia, al celebrar el Adviento, revive la espera de la llegada del Mesías del pueblo de Israel y su propia espera de la venida de Cristo.
- Primer domingo. Destaca la vigilancia y la práctica de las obras de la luz en la espera de la última venida del Señor. La esperanza, actitud fundamental de la vida cristiana, es la nota dominante.
- Segundo domingo. Es la misma sintonía de espera, introduce los avisos de Juan el Bautista: “preparen los caminos del Señor”. Su lenguaje, inspirado en Isaías y Baruc (1ª lectura del ciclo B y C), llama a la conversión y al cambio de vida; invita a salir al encuentro del Señor que viene.
- Tercer domingo (Gaudete). Está marcado por la alegría, “porque el Señor está cerca”. “Estén siempre alegres en el Señor; les repito, estén alegres. Que todo el mundo los conozca por su bondad. El Señor está cerca” (Flp 4, 4-5).
- Cuarto domingo. Se sitúa en los acontecimientos que proceden al nacimiento de Jesús. Es el domingo de las anunciaciones a José (ciclo A), a María (ciclo B) y a Isabel (ciclo C).

El Adviento celebra el “ya” y “el todavía no” de la salvación.
Con la palabra Adviento (del latín adventus = venida, llegada, pero con matices de presencia) se expresa la unión singular del presente y del futuro, de posesión y de espera. Adviento es el tiempo fuerte de la esperanza cristiana, una esperanza que está orientada hacia la parusía y hacia la celebración del nacimiento histórico de Cristo.
No se canta el himno del gloria. Estamos en expectación, no en tiempo de júbilo.
Significado del Adviento
La teología del adviento se funda sobre las tres venidas de Cristo:
- La primera, en la humildad de nuestra carne;
- La segunda, en gloria y majestad, como Señor de los hombres y de la historia;
- Y la tercera, sacramental y litúrgica, que situada entre ambos momentos, los actualiza.
“Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda venida” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 524).
La esperanza escatológica se refleja en los textos apocalípticos relacionados con los últimos tiempos, que reclaman vigilancia, fidelidad, lucha y generosidad. En este clima se engarza la invitación de Juan el Bautista a preparar los caminos del Señor. El dinamismo de esta llamada se proyecta sobre la propia existencia y el entorno social; sitúa la vida cristiana en los antípodas de un espiritualismo inhibicionista, mientras la convoca a un verdadero compromiso (Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 524).
