¡Cristo ha resucitado! Está vivo; y nos ha hecho partícipes de su vida nueva.
Por el bautismo hemos muerto con Cristo para resucitar con Él a una vida nueva, sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado con él; y si los miembros de nuestro cuerpo los utilizamos para el mal, ahora debemos utilizarlos para el bien (Cfr. Rom. 6,1-11). Esta es la Pascua: pasar de una situación de muerte a una situación de vida.
Te invito a vivir la Pascua, una vida nueva en Cristo. En un mundo dividido por guerras, violencia y discordia, que tú seas instrumento de amor y de paz.
Cristo resucitado forma una comunidad de amigos, de hermanos, cuyo vínculo es el amor; Cristo muere para destruir la barrera que nos separa: el odio. El deseo de Jesús antes de morir es: “Padre, que todos sean uno, como tú y yo somos uno, para que el mundo crea" (Cfr. Jn 17, 21) y les encarga a sus apóstoles: " les doy un mandamiento nuevo, que se amen los unos a los otros como yo los he amado, en eso conocerán que son mis discípulos" ( Jn. 13, 34-35).
La característica de los discípulos de Cristo que han resucitado con Él es la unidad, el amor. Como los primeros cristianos estamos llamados a vivir en una comunidad fraterna y solidaria, para que el mundo crea.
La espiritualidad de comunión es el alma de nuestro plan pastoral, y como nos dijo el Papa San Juan Pablo II: la Iglesia es comunión que refleja la vida trinitaria. La espiritualidad de la comunión consiste en ver al otro no como un extraño, sino como mi hermano; todo lo bueno que tiene es un regalo de Dios para mí (por eso no debe haber envidias); aquí no se excluye a nadie, todos somos importantes y formamos la comunidad de hermanos, amigos, por eso debemos ser solidarios.
¡Hagamos de nuestra Iglesia Diocesana de Tepic una Iglesia fraterna y solidaria, que viva la espiritualidad de la comunión.
+ Luis Artemio Flores Calzada
VIII Obispo de Tepic.