Colaborador: JCVP

No cabe duda de que hablar de propósitos de año nuevo en marzo puede parecer un poco fuera de contexto, sin embargo, esto pudiera resultar ser muy adecuado cuando han pasado dos meses del año y aún estos propósitos siguen siendo buenas intenciones, pero con pocas acciones. 

Quisiera llamar tu atención a la oportunidad que se nos viene con la Cuaresma, buscando que pases de las buenas intenciones a las buenas acciones en estos 40 días, pues no basta con quedarnos en la reflexión si no actuamos en consecuencia.


Cuaresma, tiempo para prepararnos

Cuando uno investiga un poco acerca de la Cuaresma, no es raro encontrarnos con información que hace referencia al período de cuarenta días en que nos preparamos para la Semana Santa. Dentro de esta preparación se habla de hacer sacrificios, penitencias, de no comer carne, de purificarnos… pero ¿para qué sirven estas acciones si seguimos aferrados a malos hábitos y actitudes que no nos permiten mejorar como personas? Tal vez antes de torturarte por lo caro que está el pescado, deberías pensar en qué ofrecerle a Dios en su lugar. Decía San Josémaria Escrivá que el trabajo es oración, pues bien, el esfuerzo y las buenas acciones también pueden ser oración cuando se ofrecen de forma consciente a Dios.

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    Pensemos en nosotros mismos  

    Aprovechemos la Cuaresma para darnos un espacio para ver a nuestro alrededor, enfocándonos de lo más cercano a lo más lejano. Lógicamente, lo más cercano somos nosotros mismos, así que quisiera iniciar por ahí. 

    ¿Hay algo que quisieras cambiar de ti, tus acciones o tus actitudes? Tal vez lo primero que venga a tu mente sea algo físico, sin embargo, no está mal el que aprovechemos la Cuaresma para ofrecer a Dios un esfuerzo adicional por sentirnos y vernos mejor, enfocándonos en la salud y no en el narcisismo. Podríamos ofrecer cada día el esfuerzo por hacer más actividad física, comer mejor o promover hábitos más saludables. Tal vez sea buen momento para atender lo que el amigo médico nos ha recomendado por años y no hemos querido hacer por flojera. A veces creemos que la Cuaresma debería enfocarse únicamente en cuestiones externas, pero no olvidemos que “la carne es débil”, así que en ocasiones las restricciones y exigencias al cuerpo pudieran ser nuestro mayor reto, pero también nuestra más valiosa ofrenda.

    Pero no nos quedemos ahí, tal vez un cambio interesante pudiera estar más enfocado en nuestra actitud o forma de ser o actuar ante ciertas situaciones, como por ejemplo dejar de hacer chismes, echarle más ganas a nuestro trabajo o incluso el crecer en nuestra fe. Digo, estoy seguro de que hay actitudes que haces y repites diariamente que te gustaría cambiar, pues sabes que esto te permitiría ser mejor persona, amigo, madre o cristiano. La Cuaresma pudiera ser una oportunidad para obligarte a levantarte temprano los domingos e ir a Misa, alimentándote de la Palabra de Dios. Así, yo te sugeriría que aproveches la oportunidad y que le ofrezcas a Dios tu esfuerzo por hacer un cambio, mismo que, a la larga, te conviene.


    Pensemos en los otros

    Ahora bien, ampliemos la vista a aquellas personas que nos rodean. Nuestras amistades, nuestra familia, nuestros colegas en el trabajo. ¿Habrá algo que pudiéramos cambiar para mejorar nuestra relación con ellos? Tal vez la Cuaresma podría ser un buen motivador para acercarte más a tus hijos, ofreciendo a Dios el que, en lugar de llegar a tu casa a ver la televisión, llegaras a tener tiempo de calidad con tu familia. Quizá tu compromiso durante esta Cuaresma puede ser el recuperar viejas amistades que descuidaste durante la pandemia, recuperando un interés genuino por saber cómo están. La empleada que quedó viuda, el tío que no ha podido superar su alcoholismo, el matrimonio de amigos que pasa por una crisis… hay muchas oportunidades de buenas acciones que podemos tener hacia las personas que nos rodean. Tal vez la Cuaresma pueda ser un momento adecuado para llevar a cabo algunas de ellas, mostrándonos como personas sensibles a las necesidades de los otros.

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      Pensemos en nuestra sociedad

      Quizá nuestra Cuaresma podría abonar a ser mejores ciudadanos, o incluso vecinos, ya que solemos ser bastante exigentes en cuanto a dar opiniones de nuestro gobierno, ciudad o colonia, pero pocas veces nos comprometemos verdaderamente en hacer algo por participar activamente. Tal vez nuestro compromiso por Cuaresma sea el ser amables con ese perrito en situación de calle que anda con hambre merodeando los basureros de la colonia, o bien, podríamos ser respetuosos con el volumen de nuestra música para evitar molestar a los vecinos. El plan es poder comprometernos de forma real con el rol que desempeñamos en la sociedad, siendo mejores personas para aquellos que nos rodean. Se nos olvida que en ocasiones tenemos un erróneo sentido de comodidad que, justificado en nuestro cansancio, nos vuelve personas perezosas e indiferentes ante los problemas del entorno. Pues bien, tenemos 40 días para poder romper con esa mala tendencia.


      Una oportunidad de 40 días

      A fin de cuentas, la Cuaresma nos ofrece una oportunidad para, a partir del esfuerzo y el compromiso, atender esos propósitos que seguimos arrastrando año tras año y que sabemos es necesario adoptar en algún momento. Debemos encontrar la manera de vencer la pereza de no hacer nada, personalizando lo que ofrecemos a Dios como oración. No repitamos los sacrificios de otros que para nosotros no significan nada. Es momento de sentarnos, detener un poco nuestro día a día y reflexionar sobre lo que verdaderamente podemos ofrecer a Dios en este periodo de cambio, preparación y crecimiento.

      Busquemos que la Cuaresma se conforme de 40 días con 40 oportunidades de ser mejores. Que sea un período de tiempo que nos enorgullezca como cristianos, no solamente por la proximidad de la Semana Santa, sino también por el compromiso que podemos desarrollar hacia el ser mejores personas. Promovamos la fortaleza de nuestro carácter, ya que sería maravilloso que llegue la Pascua y que descubramos que hemos desarrollado buenos hábitos y que pudimos dedicar a Dios este camino de esfuerzos.

      Un sacrificio es aquello que verdaderamente nos implica voluntad y compromiso, si no, es simplemente una justificación. Vive la Cuaresma con el ejemplo de Cristo en el desierto, buscando, reconociendo y trabajando sobre tus propios sacrificios y tu personal penitencia.