El respeto a la vida no debe estar sujeto a debate. Ni siquiera con un afán de “apertura” o de “vanguardia”. Y menos por cuestiones de gustos o de sentimientos. 

La Iglesia Católica está a favor de la vida: desde su concepción hasta su muerte natural. Por lo tanto, está en contra  del aborto.

Nuestra posición como creyentes está fundamentada en la Sagrada Escritura y en el Magisterio de la Iglesia, así como en la Ley Natural y en lo que ha demostrado la ciencia respecto al principio de la existencia del ser humano.

Lamentablemente algunos legisladores consideran la “conveniencia” de generalizar el aborto despenalizándolo en toda la República Mexicana. Pero los ciudadanos creyentes nos oponemos a esa propuesta por las siguientes razones, entre otras:

  1. Para disminuir el embarazo de chicas adolescentes hay verdaderas soluciones y no espejismos. Deben dejarse de distribuir indiscriminadamente anticonceptivos, preservativos y dispositivos de toda clase; y también de promover programas de una mal llamada «educación sexual», que solamente motiva a los jóvenes a tener una sexualidad prematura.
  2. El aborto es un acto intrínsecamente malo en perjuicio de un inocente y sin darle derecho a defenderse.
  3. El aborto crea más y mayores problemas que los que supuestamente resuelve. Por ejemplo: pone en riesgo la vida de la mujer que aborta –por hemorragias, según estudios médicos realizados al respecto–; pero además produce en ellas –y en sus parejas– depresión y severas secuelas psicológicas y espirituales, que muchas veces requieren tratamientos médicos integrales y años para la recuperación.
  4. La Convención de Derechos Humanos de San José de Costa Rica de 1969 –de la cual México es parte– garantiza el respeto a la vida humana desde el momento de la concepción y hasta la muerte natural. Lo mismo sucede con los artículos primero y cuarto de nuestra Constitución Mexicana en su redacción actual.

La moral y el sentido común imponen la obligación de respetar las dos vidas: la de la madre y la del bebé en gestación. Si la madre no quiere –o no puede– educarlo o mantenerlo, hay instituciones, como VIFAC, que podrían encontrar un lugar donde el bebé sea acogido por un padre y una madre con el cariño que le corresponde, para ser formado en un genuino seno familiar

Además, las instituciones de salud pública y privada no deben convertirse en promotoras de la muerte, desvirtuando el objetivo para el cual fueron creadas.

El 25 de marzo la Iglesia celebra la visita del Arcángel Gabriel a la Virgen María, anunciándole que Dios la había elegido para ser la Madre del Salvador. También es el Día Internacional del Niño por Nacer. Celebrémoslo manifestándonos a favor de los indefensos.