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     Judas Iscariote, ¿confundido?

    La figura de Judas Iscariote ha pasado a la posteridad como una de las más sombrías de la historia sagrada. 

    El adjetivo de “traidor” de Jesús, “el malo”, “el que lo vendió”, que los mismo evangelios le dan, y su papel gris en los relatos de la pasión, le han valido esta lapidante condena del colectivo de creyentes y no creyentes de todos los tiempos. Sin embargo, esto mismo ha despertado un sin número de preguntas acerca de su persona como: 

    • ¿quién fue Judas?
    • ¿por qué terminó traicionando a Jesús? 
    • ¿por qué al final de todo se quitó la vida?.

    Éstas, entre muchas otras preguntas, son los grandes misterios que ha dejado Judas Iscariote.

      En los evangelios son pocos los momentos en que se menciona a Judas. No conocemos el momento exacto de su llamado por parte de Jesús. Mateo, Marcos y Lucas se limitan a mencionarlo siempre al final de la lista de los doce discípulos llamados por el Maestro, y con la aclaración “…que fue el traidor” o, “..que fue el que lo entregó” (Mt 10,5; Mc 3,19; Lc 6,16). 

      Por su parte, Juan no menciona esta lista de los 12, sin embargo reporta el rol que tenía Judas entre los discípulos: era el “encargado de la bolsa” (Jn 12, 6; 13, 29). Y de las 6 veces que lo menciona, en cuatro de ellas también alude a la frase calificativa “éste le iba a entregar…”, con lo que el autor anticipa la traición futura.

      Lo cierto de todo esto es que era parte del grupo de los doce y fue llamado por Jesús a compartir con Él su proyecto del Reino (Cfr. Mc 3,14). Esto nos hace preguntarnos entonces: si Jesús lo llamó y le dio el mismo trato y formación que a los demás discípulos, ¿qué llevó a Judas a desviar completamente esta misión?

      La misión y obra del Maestro no fueron fáciles. Jesús encontró diversas dificultades para ser comprendido, no sólo por sus adversarios, sino por sus mismos discípulos. Juan nos lo presenta claramente en 6,60-66. Muchos de sus discípulos en determinado momento encontraron sus enseñanzas muy difíciles de poner en práctica. “Es duro este lenguaje, ¿quién puede escucharlo?. Y muchos se volvieron atrás y dejaron de seguirlo”. Inicia así la crisis de los discípulos, y también la de Judas.  

      Estas declaraciones de Jesús chocaban grandemente con las altas expectativas que se habían fijado del proyecto que ellos imaginaban (¿un reino meramente terrenal?) y que resultaría del movimiento emprendido por Jesús (cfr. Lc 9,46. 22,24; Mt 20,20-28). El corazón confundido de los discípulos es constantemente confrontado por Jesús. Algunos fueron capaces de superarlo y en medio de la confusión aún permanecen al lado de Jesús, pero otros, no lo lograron. 

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