Colaborador: Pbro. José Avila Gallo

En la Diócesis de Tepic, las Confirmaciones se realizan durante el verano, cuando concluye el año escolar. Y si somos realistas, muchos de nosotros no sabemos mucho sobre el Sacramento de la Confirmación. 

Hay quienes se confirman porque es una tradición en su familia; otros porque se preparan para el Sacramento del Matrimonio; y otros porque este sacramento es necesario para poder ser padrino de  alguien que recibirá alguno de los Sacramentos de la Iniciación Cristiana.


La confirmación como sacramento - ¿para qué la hacemos?

    Un nuevo Pentecostés

    El día de Pentecostés, los apóstoles y discípulos se encontraban reunidos junto a María. Estaban tristes, temerosos y no entendían lo que había pasado. 

    Cuando Jesús sopló sobre ellos el Espíritu Santo quedaron transformados, y a partir de ese momento entendieron todo lo que había sucedido, dejaron de tener miedo y se lanzaron a predicar y a bautizar. 

    El Espíritu Santo está actuando continuamente sobre la Iglesia de modos diversos. La Confirmación –al descender el Espíritu Santo sobre nosotros– es una de las formas en que Él se hace presente en el pueblo de Dios.

    • El sacramento de la Confirmación es uno de los tres sacramentos de la iniciación cristiana. 
    • La palabra Confirmación significa afirmar o consolidar.
    • En este sacramento se fortalece la obra del Bautismo. 
    • Por este sacramento, el bautizado se fortalece con el don del Espíritu Santo. Se logra un arraigo más profundo a la filiación divina, se une más íntimamente con la Iglesia, fortaleciéndose para ser testigo de Jesucristo, de palabra y obra. 
    • Por este sacramento, el confirmado es capaz de defender su fe y de transmitirla. 
    • A partir de la Confirmación nos convertimos en cristianos maduros y podremos llevar una vida cristiana más perfecta, más activa. 
    • Es el sacramento de la madurez cristiana, y nos hace capaces de ser testigos de Cristo.

    ¿Cuándo se instituyó este Sacramento?


    El Concilio de Trento (1545 - 1563) declaró que la Confirmación es un sacramento instituido por Cristo.
    En el Antiguo Testamento encontramos numerosas referencias –por parte de los profetas– acerca de la acción del Espíritu en la época mesiánica, y el mismo Cristo anuncia la venida del Espíritu Santo para completar su obra. Estos anuncios nos indican que se trata de un sacramento distinto al Bautismo. 

    El Nuevo Testamento nos narra cómo los apóstoles, en cumplimiento de la voluntad de Cristo, iban imponiendo las manos, comunicando el Don del Espíritu Santo, destinado a complementar la gracia del Bautismo. “Al enterarse los apóstoles que estaban en Jerusalén de que Samaria había aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Estos bajaron y oraron por ellos para que recibieran al Espíritu Santo; pues todavía no había descendido sobre ninguno de ellos; únicamente habían sido bautizados en nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían al Espíritu Santo” (Hech 8, 15-17;19,  5-6).

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      El rito de la Confirmación

      La liturgia del sacramento comienza con la renovación de las promesas del Bautismo y la profesión de fe de los confirmandos. Así aparece claramente que la Confirmación constituye una prolongación del Bautismo.

      En el rito romano, el obispo impone las manos sobre todos los confirmandos, gesto que, desde el tiempo de los Apóstoles, es el signo del don del Espíritu. 

      Luego sigue la unción con el Santo Crisma, con el cual el confirmando recibe "la marca", es decir, el sello del Espíritu Santo. La unción del santo crisma es el signo de una consagración. Por la Confirmación, los que son ungidos, participan más plenamente de la misión de Jesucristo y de la plenitud del Espíritu Santo que éste posee, a fin de que toda su vida desprenda "el buen olor de Cristo".

      El saludo de paz con el que concluye el rito del sacramento significa y manifiesta la comunión eclesial con el Obispo y con todos los fieles.