Definimos la sociedad como el conjunto de personas que se relacionan entre sí de acuerdo a determinadas reglas de organización jurídica y habitual, y que comparten una misma cultura o civilización en un espacio o un tiempo determinados.

Las sociedades humanas son formadas por entidades poblacionales cuyos habitantes y su entorno se interrelacionan en un proyecto común que les otorga una identidad de pertenencia. El concepto también implica que el grupo comparte lazos ideológicos, económicos y políticos.

Al momento de analizar una sociedad, se tienen en cuenta factores como el grado de desarrollo, la tecnología alcanzada y la calidad de vida.

En esta sociedad está presente de manera activa la familia, ese grupo que comparte, se relaciona, que aporta, enriquece y favorece el desarrollo y la calidad de vida de cada miembro de dicha sociedad.


Familia, Sociedad y Estado

La familia es sujeto titular de derechos inviolables; encuentra su legitimación en la naturaleza humana y no en el reconocimiento del Estado. La familia no está, por tanto, en función de la sociedad y del Estado, sino que la sociedad y el Estado están en función de la familia.

De ahí la pregunta: ¿por qué el Estado o el Mercado tienen que decidir a qué familias van a ayudar o qué tipo de familia se debe ser? 

Se puede demostrar con evidencia clara y científica cómo la familia fundamentada en el matrimonio natural intacto ayuda a resolver problemas económicos, sociales, culturales y morales; entendiéndose matrimonio natural como matrimonio indisoluble entre un hombre y una mujer así nacidos, y haciendo un uso recto de la libertad y su disposición hacia el bien.

La relación que se da entre la familia y la vida económica es particularmente significativa. La economía nació del trabajo doméstico; la casa sigue siendo unidad de producción y centro de vida, donde cada uno aporta y enriquece y favorece el desarrollo. 

La familia, por tanto, debe ser considerada protagonista esencial de la vida económica; orientada no por la lógica del mercado, sino según la lógica del compartir y la solidaridad entre las generaciones.

Fortalecer la familia

“La familia es la escuela del más rico humanismo” (Gaudium et Spes n. 52). ¿Por qué apostar por ella? 

Las problemáticas sociales esconden un problema de familia. Las motivaciones, el rendimiento y la productividad están relacionados con la vida familiar. Al fortalecer a la familia propiciamos un mejor desarrollo, dotamos de herramientas de crecimiento personal, social, cultural, productivo, etc., a cada uno de sus miembros, y formamos así ciudadanos involucrados y comprometidos con su medio; esto genera un “círculo vicioso” entre familia y sociedad. “Aunque la familia haya perdido gran cantidad de funciones, sigue siendo fundamental en la socialización y como soporte afectivo y estabilización emocional del adulto” (Talcott Parsons). 

La sociedad tiene responsabilidades con la familia, y al mismo tiempo la familia posee una responsabilidad social importante: debe “proporcionar” a la sociedad nuevos miembros y llevar a cabo la socialización primaria. La obligación y la misión fundamental de la familia con la sociedad es generar biológica y culturalmente personas a la sociedad, capaces de insertarse en la vida social competentemente, es decir, educadas y personalizados.

La familia no es sólo la principal unidad básica de la sociedad, sino también el principal agente de desarrollo sostenible, social, económico y cultural, y esto resulta evidente para la inmensa mayoría de las organizaciones políticas, la sociedad civil, la academia y el sector privado.

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    La familia: primera sociedad natural

    La familia es célula vital de la sociedad y, por tanto, clave para su desarrollo. La familia es el “lugar primario de la humanización” de la persona, la primera sociedad natural, titular de derechos propios y originarios; por ello, relegar a la familia a un papel subalterno y secundario significa causar grave daño al auténtico crecimiento de todo el cuerpo social.

    La familia es importante y central en la relación con las personas, cuna de la vida y del amor; el ser humano nace, crece y aprende a desarrollar sus potencialidades, y a ponerlas al servicio de los demás, contribuyendo así al crecimiento. Es la primera estructura fundamental a favor de la “ecología humana”; es donde se aprende qué quiere decir amar y ser amado.

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      La familia: garantía de la sociedad

      La familia es una comunidad natural donde se transmiten y se experimentan en la práctica las virtudes, imprescindibles a nivel personal, social y cultural, de modo que la familia constituye, en el sentido más integral, el núcleo primario de toda comunidad humana. Sin un mínimo de responsabilidad social no se logra en ninguna sociedad una convivencia que sea digna del hombre.

      La familia, como comunidad original para la entrega y la primera práctica de virtudes, garantiza la conservación y el desarrollo de una sociedad. Al mismo tiempo, la familia puede ser un importante antídoto a la cultura de la racionalidad instrumental, donde todo (incluso los seres humanos) son asumidos con mentalidad de cálculo a través de la relación costo-beneficio, como medio o instrumento para fines mercantilistas o lucrativos.

      Por las relaciones esencialmente afectivas y humanitarias que le son consustanciales y naturales, la familia puede convertirse en el germen, en el embrión de relaciones comunitarias cada vez más amplias, donde al ser humano se le asuma no como medio, sino como fin y valor más alto.