En Semana Santa conmemoramos la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo: la Pascua, que es el corazón del Año Litúrgico. El pueblo participa intensamente durante esta semana tanto en los actos litúrgicos como en las devociones populares. Y habrá que saber diferenciarlas.

Esta diferencia se debería adaptar para crear una armonía entre las celebraciones litúrgicas y los ejercicios de piedad (tradición del pueblo). 

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    Domingo de Ramos

    La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos. La procesión que conmemora la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén tiene un carácter festivo y popular. A los fieles les gusta conservar en sus hogares –y a veces en el lugar de trabajo– los ramos de olivo o de otros árboles, que han sido bendecidos y llevados en la procesión. Sin embargo, es preciso instruir a los fieles sobre el significado de la celebración, para que entiendan su sentido. Será oportuno, por ejemplo, insistir en que lo verdaderamente importante es participar en la procesión, y no simplemente procurarse una palma o ramo de olivo.

    Jueves Santo

    Este día celebramos dos actos Litúrgicos y uno de la devoción popular:

    1. Por la Mañana el Obispo reunido con su Presbiterio, y con presencia de los fieles, celebra la Eucaristía, y dentro de ella se bendicen los Santos Óleos y los Sacerdotes renuevan sus promesas sacerdotales ante su Obispo. Terminada la Misa, los Óleos Sagrados son distribuidos para trasladarlos a cada Parroquia.
    2. Por la Tarde Celebramos la Misa de la Cena del Señor. Este acto litúrgico conmemora la Institución de la Eucaristía, la institución del Sacerdocio Ministerial y el Mandamiento del Amor. 

    El tercer momento del día pertenece a la piedad popular, ya que los fieles son especialmente sensibles a la adoración del santísimo Sacramento que sigue a la celebración de la Misa de la cena del Señor. A causa de un proceso histórico, que todavía no está del todo claro en algunas de sus fases, el lugar de la reserva se ha considerado como "santo sepulcro"; los fieles acudían para venerar a Jesús que después del descendimiento de la Cruz fue sepultado en la tumba, donde permaneció unas Cuarenta horas.

    Es preciso iluminar a los fieles sobre el sentido de la reserva: realizada con austera solemnidad y ordenada esencialmente a la conservación del Cuerpo del Señor para la comunión de los fieles en la Celebración litúrgica del Viernes Santo y para el Viático de los enfermos; es una invitación a la adoración, silenciosa y prolongada, del Sacramento admirable, instituido en este día.

    Por lo tanto, para el lugar de la reserva hay que evitar el término "sepulcro" (“monumento”). El Sacramento hay que conservarlo en un sagrario cerrado, sin hacer la exposición con la custodia.

    Después de la media noche del Jueves Santo, la adoración se realiza sin solemnidad, pues ya ha comenzado el día de la Pasión del Señor.

    Viernes Santo

    El Viernes Santo la Iglesia celebra la Muerte salvadora de Cristo. En el Acto litúrgico de la tarde medita en la Pasión de su Señor, intercede por la salvación del mundo, adora la Cruz y conmemora su propio nacimiento del costado abierto del Salvador (Cfr. Jn 19,34).

    Entre las manifestaciones de piedad popular del Viernes Santo, además del Vía Crucis –que es el más popular y emocionante para la comunidad, sobre todo donde es actuado–  destaca la procesión del silencio o del Santo Entierro.

    Por lo tanto, al planificar pastoralmente el Viernes Santo se deberá conceder el primer lugar y el máximo relieve a la Celebración litúrgica, y se deberá explicar a los fieles que ningún ejercicio de piedad debe sustituir a esta celebración en su valor objetivo.

    Dada su importancia doctrinal y pastoral, se recomienda no descuidar el "recuerdo de los dolores de la Santísima Virgen María". Los fieles, con expresiones de conmovedora devoción, "hacen compañía" a la Madre del Señor, que se ha quedado sola y sumergida en un profundo dolor,después de la muerte de su único Hijo; al contemplar a la Virgen con el Hijo entre sus brazos – la Piedad – comprenden que en María se concentra el dolor del universo por la muerte de Cristo; en ella ven la personificación de todas las madres que, a lo largo de la historia, han llorado la muerte de un hijo. Este ejercicio de piedad, que en algunos lugares de América Latina se denomina "El pésame", no se debe limitar a expresar el sentimiento humano ante una madre desolada, sino que, desde la fe en la Resurrección, debe ayudar a comprender la grandeza del amor redentor de Cristo y la participación en el mismo de su Madre.

    Sábado Santo

    El Sábado Santo es el tercer día del Triduo Pascual, que concluye con la llegada del Domingo de Resurrección. Es la conmemoración de Jesús en el sepulcro y su descenso al Abismo, y por la noche se celebra la Vigilia Pascual.

    El Sábado Santo se considera un día de luto y de transición. En ese sentido, la Iglesia no concede celebrar el Matrimonio ni administrar otros sacramentos, a excepción de la Penitencia y la Unción de los Enfermos; y la Sagrada Comunión puede darse solamente como viático.

    Antiguamente se solía llamar a este día como Sábado de Gloria; sin embargo, la reforma litúrgica de la Semana Santa acometida por el Papa Pío XII la denominó como Sábado Santo únicamente.

    Dado que no puede celebrarse ningún rito oficial durante este día, por la mañana la devoción popular en algunos lugares hace el Vía Matris: la meditación de María de regreso del Calvario a su Casa.

      La Vigilia Pascual es una celebración litúrgica que conmemora la Resurrección de Jesús y tiene lugar en la noche del Sábado Santo. Es la celebración más importante del año en la mayoría de las confesiones cristianas, y en todas ellas tiene un ritual muy semejante que incluye los símbolos de la luz y del agua, dado que en la antigüedad los neófitos recibían el bautismo en este acto. En la Vigilia Pascual, la Iglesia Católica celebra una liturgia muy especial, y lo hace con la máxima solemnidad; consta de cuatro partes:

      1. La Bendición del Fuego Nuevo, del Cual se encenderá el Cirio Pascual, presencia de Cristo Resucitado.
      2. La liturgia de la Palabra: una narración de la historia de la Salvación hasta su culmen en Cristo.
      3. La liturgia Bautismal: renovación de las Promesas Bautismales. 
      4. La Liturgia Eucarística.

      Domingo de Pascua

      Es el Domingo de los Domingos, el eje central de todo el Año Litúrgico, la Fiesta más importante de los Cristianos. La Sagrada Escritura nos propone el Domingo como el Día de la Resurrección de Cristo, el día de sus manifestaciones a María Magdalena, a los Discípulos de Emaús y a los Apóstoles. Todo esto se manifiesta y se realiza en la Eucaristía, memorial de la Pascua, y por la que se edifica la Iglesia.

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