En el reciente lanzamiento del Pacto Educativo Global, el Papa Francisco afirmó que la educación es: 

  1. un acto de esperanza que invita a la coparticipación y a la transformación de la lógica estéril y paralizante de la indiferencia en otra lógica distinta, capaz de acoger nuestra pertenencia común; 
  2. una de las formas más efectivas de humanizar el mundo y la historia; 
  3. una cuestión de amor y de responsabilidad que se transmite de generación en generación; y 
  4. el antídoto natural a la cultura individualista, que a veces degenera en un verdadero culto al yo y a la primacía de la indiferencia.

No cabe duda que en estos cuatro puntos encontramos los motivos centrales que le dan sentido a la labor de cualquier maestro y maestra, así como a los demás agentes educativos involucrados en la educación de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes de nuestra Patria. Ante esta tarea tan importante y, al mismo tiempo ardua y compleja, los Obispos de México queremos expresarles nuestra mayor gratitud y reconocimiento, por su trabajo esforzado, su vocación asumida y su entrega constante. 


Es tiempo de escuchar a los maestros

El Papa Francisco ha exhortado, en el Pacto antes referido, a todos los que participamos de esta “aldea global”, a impulsar hoy más que nunca la labor educativa, particularmente el desempeño de los docentes, promoviendo su desarrollo con las nuevas herramientas pedagógicas y tecnológicas que necesitan en la realización de su misión, entre otras necesidades. El Estado Mexicano (gobierno y sociedad, en conjunto), a través de las políticas públicas, así como de la iniciativa y generosidad de la sociedad civil organizada, estamos llamados a privilegiar la atención hacia quienes tienen en sus manos la formación de las futuras generaciones, sin escatimar esfuerzo alguno, en un marco democrático e institucional, de forma transparente y propiciando las mejores condiciones laborales y económicas de esta alta vocación de servicio a la sociedad.  

Es tiempo de escuchar a los maestros; no se puede obviar su palabra. Ellos son la figura central del servicio que presta cualquier escuela. Ellos están en contacto directo con la realidad, pero además, en comunicación cotidiana con todos los agentes del proceso educativo, empezando por los primeros responsables de él, que son los padres y madres de familia.

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    Sabemos que la Pandemia COVID-19 ha significado un enorme desafío para continuar con el aprendizaje, junto con un acompañamiento psicosocial, especialmente con los más pequeños y los adolescentes. Exhortamos de corazón a las y los docentes a seguir ampliando los caminos de comunicación con los padres y madres de familia, con los directivos, y, sobre todo, con los mismos estudiantes. Las presentes circunstancias han profundizado, una vez más, la enorme brecha de desigualdad que existe en cuanto a personal, instalaciones y herramientas tecnológicas suficientes para la labor educativa; es,pues, crucial que todos colaboremos para dignificar las condiciones del ámbito educativo nacional. 

    Es urgente promover ya, una acción educativa bidireccional, ya sea presencial -en la medida de lo prudente-, o híbrida, para entrar en comunicación con los alumnos. Esta tarea docente, en las circunstancias en las que nos encontramos, podría verse como una labor imposible; claramente nuestro desafío presente es responder a las cuestiones esenciales de la educación, sin dejarles solos con la responsabilidad. La prioridad, como marca nuestra Constitución, debemos ponerla en la atención a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes. 

    Los maestros necesitan más que vacunas, que son sólo un punto de partida. Necesitan formación para acompañar la situación emocional y apuntalar el carácter de sus alumnos. Contar con los elementos para poder conducir el aprendizaje tanto en presencia como a distancia en forma simultánea, requieren de la comprensión y mutuo respeto de la autoridad, las familias y toda la sociedad. 

    Hoy, requerimos educar para formar ciudadanos corresponsables, capaces de participar en la construcción de un desarrollo humano, integral, solidario y sustentable para todos, gracias a la vivencia de ser don y generosidad. Sólo un desarrollo tal, como lo afirma el Papa Emérito Benedicto XVI en su encíclica social Caritas in veritate, traerá como consecuencia realidades de paz y justicia. 

    Los Obispos de México, en el documento Educar para una Nueva Sociedad, afirmamos que: “La educación es comunicación y crecimiento personal que se convierte en cultura, es decir, cultivo de todo aquello que propicia el desarrollo del ser humano con el fin de alcanzar la madurez racional y afectiva que le permita vivir en libertad y con responsabilidad, en la comunicación y en la relación, como sujeto capaz de comprender y amar, de realizarse a sí mismo, con los demás y para los demás” (No. 44). Lo anterior coincide plenamente con la exigencia del Papa Francisco, en su reciente encíclica social Fratelli Tutti (Hermanos Todos), que nos llama a implantar la cultura de la fraternidad. 

    Ofrecemos nuestra oración, acompañamiento y solidaridad a todos los docentes de México. Imploramos la protección maternal de Santa María de Guadalupe, quien nos enseña caminos de diálogo y encuentro en Jesús Divino Maestro, para y en el servicio de nuestros hermanos, particularmente de los más vulnerables.  

    Ciudad de México, a 14 de mayo del 2021.

    + Rogelio Cabrera López

    Arzobispo de Monterrey

    y Presidente de la CEM.

    + Alfonso G. Miranda Guardiola

    Obispo Auxiliar de Monterrey

    y Secretario General de la CEM.

    + Enrique Díaz Díaz

    Obispo de Irapuato

    y Responsable de la Dimensión de 

    Pastoral Educativa y de Cultura de la CEM.