Un país cansado

El país está cansado de la delincuencia y de la injusticia. 

La mayoría de las personas –no sólo las mujeres– están hartas de la violencia: robos, asesinatos, feminicidios, violaciones, extorsiones, secuestros, cobros de piso, etc. También la gente está cansada de la complicidad de las autoridades, de su burocracia, de sus constantes atropellos, de su incapacidad de empatía con las víctimas, de los ministerios públicos y jueces corruptos, de leyes absurdas y de discursos llenos de palabras vacías y de promesas incumplidas. 

Todo este hartazgo es la expresión clara de que, por más vueltas que se le dé, el Estado está fallando en su obligación de ofrecer seguridad a sus ciudadanos. 

Ante el hartazgo, es comprensible que haya manifestaciones, y que la sociedad entera salga a las calles y pueda marchar para que todos podamos ser vistos y escuchados; para que se despierte la consciencia social en todos, tantas veces adormilada por el miedo o la mediocridad. Las manifestaciones multitudinarias pueden lograr grandes cambios en la vida pública del país, pero toda manifestación que exige los legítimos derechos tiene la obligación de respetar los derechos de los demás.

tumulto de gente manifestándose pacificamente
    Grupo de personas manifestándose pacíficamente levantando las manos
    personas manifestándose con palmas al aire

      Debe comenzar con respeto

      Grupos extremistas, desgraciadamente, han tomado nuestras calles para hacer destrozos y vandalizar so pretexto de la defensa de sus derechos; si la marcha debe visibilizar a quienes la delincuencia y la ineficiencia han quitado su rostro, ¿por qué ocultarlo bajo un pañuelo?, ¿por qué agredir a quien no ha sido el victimario ni es culpable?, ¿por qué dañar el patrimonio común de toda la sociedad? 

      Toda defensa de los legítimos derechos debe comenzar por respetarlos. Estas marchas extremistas no se deben aplaudir ni se deben permitir, puesto que la violencia engendra más violencia. 

      El dolor frente a las constantes agresiones no puede convertirse en un pretexto para agredir, puesto que ello conduciría irremediablemente a una sociedad más violenta e injusta. Sí, hay que manifestarse y exigir el cumplimiento irrestricto de la ley; hay que exigir el cumplimiento del slogan de campaña: “Al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie”. 


      Hay que marchar con respeto

      Nuestro país necesita apegarse a la ley, vivir el estado de derecho en donde todos podamos gozar de una seguridad que no se combate solamente desde la fuerza militar o policial, sino sobre todo en la impartición de la justicia, en la eficacia de los ministerios públicos y de los juzgados, de modo que caiga el peso de la ley solamente sobre los culpables. 

      Sí, hay que marchar y manifestarse, pero no como se ha hecho en los últimos días; así no.

      letrero en manifestación con la leyenda no