Colaborador: CVP

No cabe duda de que estar enamorados es maravilloso; nos sentimos felices, llenos de energía y con una sensación de bienestar que pocas veces se consigue. Según diversos estudios, se ha demostrado que durante el proceso de enamoramiento el cerebro libera diversas sustancias al torrente sanguíneo como la dopamina, la norepinefrina y la serotonina, mismas que se relacionan directamente con el sistema de recompensa de nuestro organismo. La dopamina, por ejemplo, es llamada la hormona de la felicidad, así que es comprensible que el enamoramiento, químicamente, nos produzca placer.

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    Claro que es maravilloso estar enamorados. Sin embargo, ¿Qué sucede cuando este deseo de encontrar el amor pasa de ser un proceso natural de vida a ser una búsqueda desesperada? Al ser febrero un mes que usualmente se relaciona con la festividad del día del amor y la amistad, quisiera que en esta ocasión habláramos un poco de un nuevo vicio que va más allá del alcohol, las drogas o el cigarro: el vicio de buscar el amor.


    Una búsqueda compleja y confusa

    Como parte de este texto, quise investigar un poco sobre lo que se puede encontrar mercadológicamente sobre el amor, y para mi sorpresa, existe una industria enorme vinculada al amor. Cabe aclarar que no me refiero a los globos, chocolates y flores que se suelen regalar para el 14 de febrero, sino más bien a un mercado multimillonario de plataformas, grupos, e incluso orientadores, relacionados con la búsqueda de una pareja.

    Sólo a nivel de aplicaciones de internet enfocadas a la búsqueda del amor, se pueden señalar varias como Tinder, Meetic, Match.com u OkCupid, que se proponen como herramientas para encontrar pareja según el interés de la persona. Ante esto último, me pregunto: ¿a qué se refieren con esto de “según el interés? ¿Acaso no se está buscando el amor? Pues bien, para estas aplicaciones buscar pareja no sólo implica una relación amorosa y comprometida, sino también a la posibilidad de encontrar “un ligue”, “un faje”, un encuentro sexual, y ya, en último caso, “algo serio”.

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      Todo esto puede llevar a que el proceso de búsqueda del amor se vuelva un tanto confuso, ya que primero habrá que definir que es lo que de manera concreta se está buscando, y esperar que la persona que está del otro lado de la pantalla de su dispositivo móvil también esté buscando lo mismo. Lógicamente, esto no siempre es así, lo que lleva a un proceso complejo, largo, doloroso y al fin de cuentas desalentador. En un estudio realizado por una de estas aplicaciones, se calcula que una persona debe tener interacción virtual con un promedio de entre 10 a 15 personas antes de poder entablar un contacto real con alguien, y esto no garantiza que este contacto pueda llevar a una relación amorosa.

      Así, hay personas que suelen tener cuentas y perfiles en varias aplicaciones al mismo tiempo, y aún así, pasar años buscando conocer a ese alguien que, a su parecer, les hace falta para ser felices o estar completos. Cabe señalar que esto último es lo que muchas de estas aplicaciones venden, ya que, al fin de cuenta, su motivación es cubrir una necesidad… la necesidad de encontrar el amor.

      Siguiendo esta línea de ideas, con el pasar de los meses, y después de conocer a muchas potenciales parejas, las personas suelen irse cansando, declarando frases como “tal vez el problema soy yo” o “no hay nadie para mí”. Con esto, su búsqueda inicia un proceso diferente, ya que parece que más que encontrar una pareja, su interés se vuelve el encontrar el amor a como dé lugar. Así, los perfiles y los algoritmos de búsqueda se amplían con la intención de encontrar más opciones, bajo la premisa de que si se tiene una red más amplia, se podrán capturar más peces. Creo que no hay necesidad de decir que esto, a la larga, no termina en nada bueno.

      ¿Encuentran pareja? Tal vez sí, pero ¿encuentran el amor? Muchas veces no. Se meten en relaciones forzadas, adaptando sus necesidades al otro y aceptando cosas que atentan incluso contra sus deseos y su dignidad. La motivación es estar enamorados, de quien sea y como sea, pervirtiendo claramente lo que el amor debería ser.


      El amor es paciente

      En este punto, me gustaría recordar el capítulo 13 de Corintios, por ser una lectura que usualmente se lee en las bodas y que, podríamos decir, describe el amor en el sentido puro y de entrega total. Según este texto, el amor no tiene envidia, el amor no es orgulloso, el amor no es grosero, el amor no es egoísta, el amor no es injusto, el amor es sincero, pero, sobre todo, el amor es paciente. Así, se relaciona el amor con otras virtudes como la esperanza y la fe, aunque se confirma la grandeza del amor encima de estas últimas. Sin embargo, ¿cuánta fe y esperanza nos hacen falta en el proceso de la búsqueda del amor en nuestros días? 

      Dentro de un mundo en el que todo se compra y donde todo se tiene, el amor se ha convertido en un producto de difícil acceso, lo que, para la oferta y la demanda, lo hace ser tan valioso. Sin embargo, la valía del amor no se da por su dificultad de ser alcanzado, sino por lo que significa, y por ser la piedra angular de nuestra vida y nuestra fe. Me gustaría pensar que deberíamos borrar de nuestra mente esta idea de buscar el amor, ya que el amor es algo natural en el proceso de vida de las personas, no es algo que debamos tener o poseer, y, por ende, debería ser algo que llegue y no algo que se busque. Cristo predicaba en el amor y, así, en el amor y por el amor nuestra vida toma sentido.

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        De esta forma, debemos aprovechar este mes que se habla tanto del amor, para detenernos un momento y analizar sobre lo que entendemos sobre el amor. Si tenemos actualmente una pareja, reflexionemos sobre lo que el amor significa en nuestra relación, veamos cada acto de amor que llevamos a cabo y dediquemos cada día para expresar con palabras y acciones el amor que nos tenemos. Por otro lado, si aún no tenemos una relación, detengámonos un momento a pensar en qué significa ese amor que tanto deseamos, y cómo este amor puede alcanzarse de la mano de alguien, motivándonos en todo momento por ver el amor como un objetivo de vida conjunta y no como una necesidad cegada que va más allá de la posible relación de pareja.

        En conclusión, es necesario que entendamos que el amor es un sentimiento que nace del compromiso entre dos personas que se quieren, se respetan, se estiman y se desean lo mejor, ya que el amor no puede ser previo a la persona, pues si esto fuera así, estaríamos amando la idea de estar enamorados, y no a ese ser que buscamos nos acompañe en el camino de la vida. Ama al prójimo, ama al otro, ámate a ti mismo, pero no ames sólo la idea del amor, ya que una senda solitaria no es una senda que se vive en el amor. Sé paciente, el amor está en ti, en tu familia, en tus amistades, en una posible pareja, pero, sobre todo, está en Dios. Dejar de buscar no quiere decir que dejes de amar, sólo enfócate y verás el camino diferente.