Colaborador: M. Ed. Óscar Humberto Tavitas Altamirano

A lo largo de la Historia de la Educación se ha tratado de averiguar la forma en la que se puede medir el nivel o el grado de aprendizaje de los contenidos temáticos del currículo. En los últimos años cobra mayor relevancia el hecho de aplicar correctamente los procesos  evaluativos, pues los resultados de los mismos ayudan al análisis de los métodos y técnicas pedagógicas que se aplican en la actualidad.

El proceso de la evaluación dentro de la educación, a cualquier nivel de escolaridad, es muy importante, pues refleja las competencias logradas por parte del estudiante a lo largo del curso que concluye.


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    Desde el punto de vista de los padres de familia, conocer los resultados de la evaluación de sus hijos les ayuda a valorar las acciones y el tiempo de acompañamiento que han brindado a su hijo o hija durante el trayecto escolar. Saber que los recursos temporales, físicos, emocionales, entre otros, han hecho un cambio en su hijo, que le han permitido evolucionar o madurar como persona en todos los sentidos, es necesario para mantenerlos o ajustarlos según las necesidades. Si bien una asignación numérica no garantiza el grado de conocimiento o destrezas alcanzadas, sirven como referente de los mismos. 

    Por parte de los docentes, los resultados de la evaluación sirven para planear mejor las estrategias de enseñanza y el aprendizaje que ha previsto para la impartición de su clase o asignatura. La evaluación inicial o diagnóstica es fundamental para saber el nivel o grado de conocimientos y experiencias que ya posee o no el estudiante, para partir de ahí y lograr mayor interés por parte del alumno. 

    Los resultados de la evaluación formativa o intermedia, indican si están surtiendo efecto las actividades de aprendizaje que el docente ha programado y le ayuda adquirir experiencias que podrá aplicar en otros cursos futuros. Al dar a conocer esos resultados a sus estudiantes les ayuda a ellos para valorar el esfuerzo y nivel de compromiso otorgado a esa asignatura; de esta forma, si no están siendo óptimos, les permite tomar medidas que enderecen el camino del aprendizaje. 

    La evaluación sumaria del curso le indica al docente si sus estrategias fueron las correctas para alcanzar los objetivos de aprendizaje y la conclusión exitosa del curso. Más allá de los promedios numéricos, se debe valorar el nivel de compromiso por parte de los docentes y de los estudiantes. A veces, en una escala numérica, un 6 se siente igual que un 10. Todo depende de cómo venían los estudiantes de sus cursos anteriores.

    Para finalizar, las instituciones deben capacitar a su personal docente para que se logre una alineación en los procesos de evaluación, considerando las especificidades de cada asignatura o por disciplinas. Así, los indicadores serán semejantes y se logra conseguir los propósitos escolares y el perfil del egresado.