Ser padre en tiempos de complejidad

Colaborador: JCVP

Ser padre es sin duda una situación que va más allá de cuidar o dar recursos para el sostenimiento de los hijos, ya que ser padre es en naturaleza un acto de amor. 

A diferencia de las madres, que inician desde sus entrañas el acompañamiento de sus hijos, los padres llevan este proceso a partir de vivencias, recorriendo el camino de su vida, paso a paso y experiencia por experiencia. Sin embargo, lo que parece ser al inicio un paseo calmado puede convertirse rápidamente en un sendero complejo y accidentado, sobre todo ante las diferencias generacionales que cuestionan la guía y el acompañamiento por confundirlo con restricción y control. Así, ser padre en estos tiempos de complejidad, sin duda llega a ser un reto que nos obliga a estar preparados.

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    Entre el cuidado y el control

    El primer punto que debemos considerar es que para las nuevas generaciones la flexibilidad y la libertad son una parte fundamental de su proceso de desarrollo. Realmente esto no nos resulta nuevo, ya que sea la generación que sea, el sentirse libres, sobre todo en la adolescencia, ha sido un reclamo usual de los hijos a los padres. Lo vivimos nosotros con nuestros padres y seguramente lo volveremos a vivir con nuestros hijos, aunque desde el otro lado de la cerca.

    Aquí el punto fundamental es encontrar un equilibrio en el que ambas partes se sientan cómodas, ya que seguramente uno como padre argumenta sus acciones desde el deseo de cuidar a los hijos como bienes preciados, pero tal vez, desde la visión de éstos, este cuidado sea excesivo y carente de sentido. 

    ¿Qué es lo que me preocupa que vivan mis hijos? ¿A qué temo que sean expuestos? Considero que es importante hacernos primero este par de preguntas y que, sobre todo, las podamos compartir con claridad con nuestros hijos.  Si nuestra respuesta no es definible, es fácil que caigamos en una situación de querer controlar la incerteza del mundo, y saben qué, esto no sólo nos cansará, sino que también se volverá excesivo para nuestros hijos.

    ¿Es posible tener certeza sobre todos los pasos que darán nuestros hijos? Claro que no. Pero lo que sí podemos prever son aquellas situaciones que conocemos con claridad y que quisiéramos evitar. Plantéate de manera personal 5 preocupaciones que tengas y analízalas con tus hijos, si ellos se vuelven partícipes de tus dudas podrán hacer de su cuidado algo compartido.


    Entre el interés y la intromisión

    Al igual que el anterior punto es importante que logremos alcanzar un equilibrio acerca de nuestro rol como formadores y constructores de la vida de nuestros hijos. No es lo mismo acompañarlos como guías que llevarlos de la mano, o mucho menos quererlos llevar cargados en nuestros hombros. Claro que como padres queremos evitar que cometan errores, sin embargo, se nos olvida que estos errores muchas veces los conocemos porque nosotros mismos los cometimos. Cabe aclarar que no estoy diciendo aquí que dejemos a nuestros hijos el caer en un precipicio, pero no estaría mal el permitirles tropezarse mientras recorren el camino de su propia vida.

    Consideremos que las vidas tranquilas son placenteras, pero no siempre son los mejores procesos de aprendizaje. Qué mejor pasar tragos amargos cuando estamos a su lado para ayudarles en estos procesos difíciles, ya que si no los viven hoy tal vez los vivan mañana, y no hay garantía de que estaremos ahí para ellos. Al igual que el apartado anterior, te invito a que reflexiones sobre aquellos errores que cometiste como joven, y qué pasó después, cómo lo resolviste y qué significó ese error en tu vida y desarrollo. Puedes dialogar con tus hijos sobre ello, exponiéndoles tu proceso y buscando que ellos vivan el propio. El objetivo aquí es que ellos comprendan que hay un interés genuino por ayudarles, pero que, en caso de que tropiecen, sepan que siempre estará tu mano para evitar que caigan.

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      Entre el amor y el orgullo 

      Un punto que es necesario que tengamos claro es que podamos reconocer qué es lo que nos motiva en el proceso de acompañamiento de nuestros hijos. ¿Somos los padres que damos pasos a su lado, o aquellos que los empujan? Esto último puede permitirnos diferenciar cuándo buscamos el crecimiento y la formación saludable de nuestros hijos, o cuándo, motivados por el orgullo personal, hacemos de sus conquistas nuestros propios logros.

      No es raro que un padre se sienta orgulloso de sus hijos, sin embargo, esto puede no resultar tan saludable cuando el deseo de conquistas se vuelve propio, y para llegar a esta satisfacción se puede incluso sacrificarlos. Me han tocado padres que parece que quisieran vivir a través de sus hijos, empujándolos a tener aquellas vivencias que ellos quisieron haber tenido de jóvenes, como si a través de sus pasos recorrieran nuevamente su propio camino. Frases como: “cuando era joven a mí me hubiera gustado haber estudiado música”, o: “Ahorita no entiendes lo que me hubiera sido de utilidad saber idiomas”, son planteamientos que hacen notar que más allá de su vivencia, lo que se pretende es revivir la propia, esperando que los hijos recorran el camino que nosotros no caminamos, y logren aquéllo que nosotros hubiéramos querido conseguir.

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        En este punto, es importante que separemos nuestra experiencia como jóvenes de aquella que viven nuestros hijos. Que podamos platicar con ellos y compartirles nuestro camino, narrándoles las decisiones que tomamos y cómo éstas impactaron en nuestra vida. Debemos ser los contadores de nuestro cuento, y no los productores y directores de la película de la vida de nuestros hijos. 


        Comunicación, comunicación, comunicación

        Los anteriores puntos tienen qué ver con un elemento que resulta cardinal en todo proceso formativo, que es la comunicación.  No es factible acompañar a alguien si no se le habla en el camino, así como tampoco se pueden argumentar nuestras acciones en un cuidado, preocupación y amor, si la otra persona desconoce nuestros motivos. Como padres, el ir a un lado del desarrollo de un adolescente o una joven implica la necesidad de tener muchos espacios de comunicación. 

        Es necesario que el joven reconozca el rol que desempeñamos en su vida y el proceso que nosotros mismos llevamos interactuando en su camino, pero también, es importante que sepa que nosotros ya hemos recorrido nuestro propio sendero y que en éste no todo fue miel sobre hojuelas. Hay padres que en ocasiones quieren esconder parte de su vida juvenil a sus hijos, creyendo que así evitaran que ellos cometan sus mismos errores. Sin embargo, ésta es una pésima decisión.  Nuestros hijos deben saber que nuestros consejos y señalamientos se sustentan en experiencias propias y en el desarrollo que nos han dado los años, mismos que no responden a un chip mágico que nos insertan como padres, sino a decisiones, errores y aciertos que hemos tenido en nuestra propia vida.

        Así, el ser padres, es la oportunidad de acompañar a nuestros hijos, no como espectadores, pero tampoco como directores; nuestro rol es estar a un lado, acompañarlos, hablar con ellos, darles consejo, pero al fin de cuenta son sus decisiones, su propio camino y nuestra labor, sobre todo, es decirles que estamos ahí. 

        En este día del padre, dediquemos un momento para hablar con nuestros hijos y exponerles lo que ha significado en nuestra vida acompañarlos en su crecimiento, a expresarles lo que significan para nosotros y, sobre todo, decirles del amor que les tenemos, amor que tal vez no es desde la matriz materna, pero sí desde un vínculo formado con acompañamiento paterno de saberse parte de su vida.