La familia es la primera comunidad llamada a anunciar el Evangelio a la persona humana en desarrollo y a conducirla a la plena madurez humana y cristiana, mediante la progresiva educación y catequesis” (Familiaris Consortio).

Por lo tanto, es importante que se le ayude a la familia a que sea consciente de esta gran responsabilidad para que realmente tome parte de esa misión.  Recordemos que las buenas costumbres, como la de ser una persona agradecida, decir siempre “por favor”, y tantas otras pequeñeces de la vida diaria –que no por ser pequeñas son de poca importancia– se aprenden en el seno de una familia.


Guías para los hijos

Los esposos, al ser padres, tienen el deber y la responsabilidad de ser guías para sus hijos, y deben cumplir su misión educadora; y más en estos momentos en que el mundo está inmerso por la satisfacción inmediata, y muchas veces nos olvidamos de la buena convivencia, de las normas mínimas de educación y de ser agradecidos. La mayoría de los niños y jóvenes de hoy asumen que las cosas y las personas están ahí para ellos porque se lo merecen; se sienten con derecho a todo.

imagen de la Exhortación Apostólica a las familias
    Exhortación Apostólica a Las Familias del Papa Juan Pablo II

    Entiendo que no es fácil ser papás en estos tiempos, lo veo con mis nietos y con mis alumnos, pero recuerden que hasta que sus hijos sean suficientemente grandes como para ser responsables por sí mismos, ustedes son los encargados de custodiar sus almas y de poner los cimientos para que ellos se salven y lleguen a la meta, que es el cielo. Ustedes han sido facultados por Dios para ser autoridad ante sus hijos, como enseña el libro de los Proverbios: “Guarda, hijo mío, la doctrina de tu padre; y no desprecies las enseñanzas de tu madre, tenlas siempre atadas a tu corazón” (6, 20-21).

    Sería imposible que la Iglesia pudiera cumplir el mandato misionero de Cristo sin la ayuda de las familias cristianas, pues “de la familia depende, en gran parte, la evangelización del mundo en el futuro” (Familiaris Consortio)


    papás jugando con sus hijos

      La familia de Dios

      En Amoris Laetitia, el Papa Francisco no trata de manera exclusiva el término “Iglesia Doméstica”, pero es muy fácil poder darnos cuenta que todo lo expresado por el Vaticano II está presente en dicha Exhortación Apostólica.

      “Cristo quiso nacer y crecer en el seno de la Sagrada Familia de José y de María. La Iglesia no es otra cosa que la “Familia de Dios” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1655).

      “El hogar cristiano es el lugar en el que los hijos de Dios reciben el primer anuncio de la fe. Por eso, la casa familiar es llamada justamente “Iglesia Doméstica”, comunidad de gracia y de oración, escuela de virtudes humanas y de caridad cristiana” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1666).

      Es una realidad que muchas veces se piensa que a la familia se le puede llamar “Iglesia Doméstica” sólo porque cumple con alguno de los requisitos que pide la Iglesia, como llevar a los niños al catecismo cuando van a hacer la Primera Comunión o recibir la Confirmación.  Ser “Iglesia Doméstica” es algo más que eso; no a cualquier familia se le puede llamar Iglesia Doméstica. Además de estar casados por la Iglesia y de asistir a Misa los domingos, para merecer este título, “la familia cristiana o la Iglesia Doméstica debe de seguir los pasos de la Sagrada Familia de Nazaret e imitarla. Jesús, junto con María y José, llevaron la palabra de su Padre a todos los hombres” (Henry V Holguin).

      Por esto, la familia como Iglesia Doméstica tiene la misión de evangelizar, hacia adentro y hacia afuera, y debe de ser para todos un verdadero testimonio del amor de Dios, vivir y enseñar a vivir los valores cristianos, ser verdadera educadora, saber vivir en un ambiente de oración, colaborar y participar en la acción social de la comunidad parroquial.

      familia posando en un parque con su perrito

        La familia, transmitiendo normas y valores, se convierte en la institución que prepara al ser humano para vivir en sociedad.  Es en la familia en donde se viven las relaciones de amor, que favorecen el desarrollo de la persona y proporcionan seguridad emocional a sus miembros.