El Evangelio, en la versión de Lucas y Juan, recogió una pesca, conocida como la pesca milagrosa. La realizan Pedro, con su barca, y algunos de los Doce. Es sugerida y dirigida por Jesús al comenzar su ministerio según Lucas (5,1-11), o al final, ya Resucitado, según Juan (21,1-18).

Lucas la pone casi al principio de su evangelio para presentar a Jesús confirmando a Pedro en su vocación a seguirlo y ayudándolo a purificar su seguimiento. En la versión de Juan la intención es confirmarlos en su fe: Jesús está vivo, ha triunfado sobre la muerte y sobre el poder del mal, y la misión comienza.

Ambas versiones, más allá de esta intencionalidad de los evangelistas a favor de las comunidades que están catequizando, tienen en común que muestran a la Iglesia en crisis:

- Jesús no está en la barca, ni siquiera su Palabra.

- La Iglesia no está completa, faltan Apóstoles. Algunos están despistados.

- Han orillado la barca y están reparando y lavando las redes para irse a su casa, porque no hay pesca.

Imagen de pescador tirando las redes con fondo del Vaticano
    Una imagen de referencia sobre la pesca católica

    - Están actuando, solamente, con su experiencia humana de pescadores: si no hay peces por la noche, no los habrá durante el día.

    - Sorprendidos por los imperativos de Jesús: “remen mar adentro y echen las redes para pescar”; “echen las redes a la derecha de la barca…”, se preguntan ¿por qué el Maestro nos manda “remar mar adentro”… y lanzar las redes… ¿qué sabe Él de este oficio? Ellos ya se habían orillado, y Jesús les propone lo contrario: ante la crisis, nada de orillarse, al contrario, hay que remar mar adentro


    Nuestra Iglesia en crisis, en medio de la crisis mundial

    El Concilio Vaticano II, con su gran aporte de renovación para la Iglesia y para el mundo, no ha sido suficiente, ni eficiente, para renovar la vida de la Iglesia y su misión al servicio del mundo. Ni tampoco el recurso de los Sínodos de los Obispos. 

    Estamos en crisis como humanidad y como Iglesia. Experimento que vamos en caída libre, la humanidad y nosotros como parte de ella. Sin embargo, estoy convencido y creo que la esperanza cristiana, especialmente la Tradición Católica, no sólo está vigente, sino que sigue siendo “la más grande que se le pueda ofrecer al ser humano, porque alcanza no sólo esta vida, sino también la eternidad”, como lo enseña el Papa Benedicto XVI en su encíclica Spe salvi.

    Pero si nuestra Iglesia Católica asume la revelación de Jesús (Jn 3,16s; 1Jn 4,9s) de ser el Hijo Unigénito de Dios enviado por su Padre para salvar este mundo, y es consciente también que Jesucristo la fundó para continuar esa misión hasta el fin de los tiempos, debe entonces asumir que debe salir de su crisis y volver a ser en sí misma un sacramento vivo y claro de salvación, y superar su crisis actual.

    Tomo I del Concilio Vaticano Segundo
      Tomo I del Concilio Vaticano Segundo, concilio de muchos cambios

      La Iglesia: signo vivo y eficaz de salvación

      Lo que Lucas y Juan quisieron escribir como mensaje para sus comunidades –y para las comunidades de todos los tiempos– lo podemos extraer del pasaje que hemos estado comentando.

      ¿Qué está haciendo la Iglesia –con el Papa Francisco a la Cabeza– y qué debe hacer en el futuro próximo para  superar su crisis y ayudar al mundo a salir de la suya  como se lo ha encargado Jesús, su Fundador?

      Reunión del Papa Francisco con el líder del Islam
        Reunión del Papa Francisco con el líder del Islam en Febrero de 2019

        Y así como lo está haciendo el Papa Francisco, insistiendo con ocasión o sin ella, debe llevarnos a todos a remar mar adentro para recuperar, como Iglesia, el sueño de Jesús anunciado en clave de Reino de Dios, aterrizado en una Iglesia en salida, hacia la periferia del mundo, corriendo riesgos, una Iglesia samaritana. Una Iglesia que sea dócil al Espíritu Santo, pero atenta y fuerte para defenderse de los grandes enemigos de su misión: la indiferencia y el silencio.

        De diferentes formas, todos somos responsables de la crisis de nuestra Iglesia. Pero, gran noticia, todos podemos trabajar para superarla. Jesús, que camina con nosotros, nos sorprende, porque no se desdice de su amor al llamarnos en su seguimiento, y porque sigue confiando en nosotros. Nuestra Iglesia puede detener la caída libre en la que está nuestra humanidad hacia su autodestrucción; y tú eres miembro de la humanidad y de la Iglesia.

        Primero que nada debe recuperar a su Maestro y su Proyecto. Jesús debe estar en la barca de Pedro, su timonel. El Papa Francisco, a cargo hoy del timón, como lo está haciendo de hecho, debe recuperarnos al Dios de Jesús, que es Dios con nosotros y Dios que salva; Dios Cercano, Compasivo y Liberador.

        El Papa Francisco, recordando la oración de Jesús por sus discípulos en la intimidad de la última cena (Jn 17): “ –Padre, te pido que todos sean uno. Padre, lo mismo que tú estás en mí y yo en ti, que también ellos estén unidos a nosotros; de este modo, el mundo podrá creer que tú me has enviado” (v. 17)– debe seguir animando a los obispos, y a todos, a la comunión.

        Atardecer con imagen de Jesús